La música profana era muy popular en la época, sin embargo, no conservamos mucho del repertorio que se interpretaba, ya que se hacía de memoria y poca gente sabía leer o escribir.
En este contexto trabajaban los juglares: eran músicos errantes. Se dedicaban a amenizar fiestas con sus cantos acompañados de algunos instrumentos, tales como flauta, tambor, viella, laúd.
También en esta época trabajaban los trovadores (minnesinger en Alemania), poetas cultos que tocaban normalmente el laúd como entretenimiento, le cantaban al amor de la corte. Algunas de estas músicas se recogen en cancioneros, como por ejemplo el "Cantar de Mio Cid".
Un alumno de cuarto se ha convertido en trovador y ha cantado al Rey y a la Reina entreteniéndoles con canciones de amor y de batallas:
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